Al final estrenamos el Junior el sábado por la tarde, aunque sin abusar demasiado por ser un terreno bastante árido y yo un 'aterrizador' torpe.
Es... sencillamente... distinto.
Como empiezo a ver menos que PepeLeches, al volver a casa me apresuré a pintarlo de amarillo y naranja fosforito para que se vea bien, ya que para poder volarlo por más tiempo si abusar demasiado del motor eléctrico hay que subirlo bien arriba (para seguir a los pollos como dice Miguel, jajajjaj).
El domingo por la mañana a buena hora, nos fuimos toda la family a otra localización con un terreno más 'amable' para la panza de nuestro corchito y después de flipar con algún que otro helicoptero que se empezó a congregar por allí, decidimos lanzarnos al aire con este nuevo reto.
A decir de los expertos no era el día más apropiado ya que no había mucha térmica y para colmo a última hora empezó a soplar el viento con tal fuerza que era imposible mantener el bichillo en el aire sin ser un experimentado navegador de veleros, segadoras y demás útiles flotantes.
Pero las dos baterías que consumimos nos supieron a poco........ que paz, que tranquilidad.... que forma de volar tan distinta a lo que hasta ahora conocíamos, que divertido !! y encima se puede aterrizar practicamente en una pastilla de regaliz. Nada que ver con el glow que hemos volado hasta ahora, es totalmente diferente así que... ¿por cual nos decidimos? está claro, ¡por los dos! uno para unas cosas y el otro para otras.
Hasta Ismael (que yo pensé que se iba a aburrir más con este tipo de vuelo) dijo que le gustaba casi más. En fin, que cuando dejemos de estar tensos por 'colocar' el avión de manera adecuada y conozcamos más sobre las corrientes de aire y demás... vamos a pasar horas disfrutando como enanos viendo como el viento de las alturas acuna y mece al nuevo bichillo del hangar.